jueves, 14 de abril de 2016

Crónica de mi parto: así llegó Paula al mundo

Tras algo más de 6 semanas desde que Paula naciera, por fin relato como fue ese momento tan esperado tras casi 40 semanas.
Para ponernos en antecedentes, diré que las últimas semanas estaba ya muy cansada, con un edema espantoso y sin ganas ni fuerzas de nada que no fuera tener a mi niña conmigo. Lamento profundamente decir una y otra vez: estoy harta de estar embarazada! porque ahora echo de menos mi barriga :_( 

El 27 de febrero, siguiendo el consejo de una vecina me tomé un chocolate a la taza sobre las 7 de la tarde (según ella, tomar una taza por la noche provoca el parto). Puesto que me encanta el chocolate así lo hice (confieso que esa era la segunda noche que lo hacía). Y a las 8 de la tarde empecé a tener dolores en la parte baja de la espalda y los riñones. Eran pinchazos que cada vez tenía con más frecuencia y menos espaciados en el tiempo. Y pensé: - ya está, estoy de parto. Avisé a mi marido de que si aquello seguía así, tenía pinta de que íbamos a pasar el sábado noche en urgencias. 

De repente a él le entra el antojo (sí antojo porque los ha tenido igual que yo durante todo el embarazo, siempre nos apetecía comer lo mismo XD) de comerse un King ahorro. Así que mientras yo estaba en casa, él fue a buscar un menú para cada uno. Mientras tanto, yo sigo con dolores cada vez más intensos y en vista del panorama, decido ducharme. Justo cuando salgo de la ducha llega él y le digo: cariño, esto va en serio, creo que Paula ya quiere salir. El pobre se puso tan nervioso que se le pasó el hambre de golpe. Recuerdo que le repetía una y otra vez: - tranquilo, que yo estoy muy tranquila. Y así era, estaba francamente relajada. Así que cené mi menú basura pensando que eso podía ser lo último que comiera antes de ver a Paula. 

Tras la cena, nos pusimos a ver la televisión. Yo encima de la pelota de pilates, que en ese momento me calmaba el dolor. Y así nos vimos todo el programa Got Talent. Hasta que llegaron las 12 de la noche y como sigo con dolores decidimos ir a urgencias. Cogemos todas las bolsas y arreando.
Última foto con barriga antes de ir al hospital


Al llegar al hospital la administrativa de recepción me informa que hay overbooking en el paritorio. - Es la fiebre del sábado noche. -bromea.
Al pasar dentro de la zona de ginecología me ponen los monitores para controlar a la niña y ver si tengo contracciones. Son casi la 1 de la mañana y así estamos hasta las 2:30 aproximadamente. Momento en que me hacen un tacto y me dicen que estoy dilatada de solo un dedo y que tras el registro del monitor parece que no hay contracciones, así que no estoy de parto. Que me vaya para casa. En ese momento mi cara y la de mi marido eran de decepción. Sobretodo yo, porque estaba teniendo dolores y no me imaginaba volverme a casa así. Pero en un instante, la ginecóloga giró la cabeza al monitor y me dijo: - te vamos a inducir el parto porque tu bebé se ha quejado. Parece que no le ha gustado que la mandáramos para casa-. En ese momento sentí alegría, miedo, nerviosismo,... parecía que después de tanto tiempo por fin iba a conocer a mi niña pero el hecho de que me tuvieran que inducir me daba cierto respeto. Pero bueno, de allí salíamos 3 sí o sí. Así que me administraron oxitocina y me llevaron a una sala de dilatación. 

Ahí si que empezaron los verdaderos dolores de parto. Nada tenían que ver con los que había tenido hasta ahora. No sabía como ponerme: la pelota no me aliviaba, no podía apenas moverme porque me tocó compartir la sala con otra pareja, mi pobre marido masajeándome la espalda encogido en aquella sala... fueron los peores momentos que pasé porque el dolor era intenso y de fondo había una pobre mujer pariendo sin epidural. Sus gritos, lejos de animar, atemorizaban a cualquier novata como yo. Recuerdo que no paraba de repetir: - Una y no más Santo Tomás. No tengo más hijos. Quien me mandaría a mí... y un largo etcétera de improperios fruto del dolor que sentía.

Ahí pasé como unas 2 horas aproximadamente. Hasta que me hicieron un tacto de nuevo. Había dilatado ya 2 dedos. Y ahí fue la pregunta del millón:-  ¿CUANDO ME PUEDEN PONER LA EPIDURAL? - Ya te la podemos poner si quieres. - Me dijo la ginecóloga.
Que si quiero?? por supuesto! la quiero ya!!!
En 10 minutos ya estaba en la sala de partos donde daría a luz, esperando a la anestesista. Tengo que puntualizar que el hospital donde me atendieron es universitario, con lo cual hay mucho personal de practicas. Pues bien, me tocó la anestesista de prácticas. UNA HORA tardó en ponerme la epidural. Sí, una hora de reloj. No podía ponerme bien el catéter y así se tiró la moza un rato largo. Yo me quería morir porque encima no puedes moverte y yo con contracciones fuertes y seguidas. Hasta que al fin llegó una compañera suya y la ayudó y ahí ya sí vi el cielo. Después de toda la noche casi, pues eran ya las 6:30 de la mañana, sentí alivio y pude relajarme. Mi marido entró entonces y me acompañó. Una hora más tarde, él baja al bar para comer algo y avisar a nuestras familias de que estamos ya en paritorio. En cuanto él sale, entra una de las matronas para hacerme un tacto, tras el que me dice: - Tu niña pide pista. Esto ya casi está.
Y mi marido no estaba!!! y no tenía mi móvil ni me acordaba de su número. Toda asustada le dije: - Por favor avisen a mi marido que se acaba de ir a desayunar!! Pero había tiempo aún, Media hora más tarde llegó mi costi y en seguida empecé a empujar. Tras los primeros pujos, cuando empezaba a asomar la cabecita las matronas me animaron a tocársela y a verla. Trajeron un espejo para que pudiera verlo. Tras cada pujo me la enseñaban y me la dejaban tocar. Recuerdo que cada vez que la veía me venía arriba y empujaba más fuerte. Estaba muy cerca de tenerla conmigo y tenía que darlo todo de mí. 

Tras salir la cabeza, cuando tenían que salir los hombros, se quedó algo "atascada" y de repente vinieron dos matronas más y la ginecóloga. Una me coge una pierna, otra la otra pierna y veo como una de las matronas que estaban ayudando a nacer a Paula empieza a moverla de arriba a abajo para sacarla. Y oigo que dice: llamad al pediatra!!  Ahí me asusté mucho, sentí que algo iba mal. Cuando me dí cuenta tenía a Paula encima de mi barriga. La toqué y le dije: - Paula, Paula... ella abrió los ojos pero no lloraba. Me puse muy nerviosa y en pocos segundos se la llevaron. Me dijeron que estaba bien pero que querían que la viera el pediatra, pero yo no estaba tranquila. Tengo una experiencia fatídica en la familia de un parto donde el bebé nunca lloró, por eso hasta que no oí llorar a Paula desde el fondo del pasillo no estuve tranquila. 

Al parecer la niña sufrió en el tramo final y al nacer, le costó respirar. Por eso se la llevaron y estuvo en observación toda la mañana. Pasaron unas 5 horas hasta que me la trajeron. Cinco horas eternas, pero finalmente Paula estaba perfecta y sana. Una niña de 3,370kg y 53 cm.


A pesar de este susto final, guardo un buen recuerdo del parto porque excepto el "atasco" final todo fue muy natural. Sin instrumentación, ni episiotomía, lo que ha favorecido mucho mi recuperación post-parto. Un precioso recuerdo del momento mas maravilloso de mi vida.

1 comentario:

  1. Ays Lore!!!
    Me emociono al leerte,que momentos más duros pero que final tan bonito!!!
    Paula es una preciosidad y vosotros unos padres estupendos que poco a poco os iréis haciendo expertos.

    Enhorabuena guapa

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